El ajuste de corte recesivo del gobierno y temas estructurales como la poca capacidad del gasto público para impulsar el crecimiento o la falta de confianza en la moneda apuntan a un escenario de poco dinamismo.
Víctor Salmerón
Prensa Miraflores
En el primer semestre hubo un giro de incipiente crecimiento a retroceso; no obstante, consultoras esperan un rebote que dejaría al año en terreno positivo. ¿Fin del declive y a celebrar? El trasfondo aconseja limitar las expectativas sobre la economía venezolana.
Tras la fulminante devaluación de la moneda y la escalada de los precios, las ventas descendieron y la producción cayó creando el clima recesivo. El Observatorio Venezolano de Finanzas afirma que la economía retrocedió 7,6% en el primer semestre de este año.
No obstante el último informe de Latin Focus indica que Ecoanalítica proyecta un 2023 con crecimiento de 2,9% y Dinámica de 3,9%. El escenario, entre otras variables, se basa en que gracias al ingreso proveniente del petróleo, el gobierno gastará más por canales como bonos a los trabajadores e impulsará el consumo, especialmente en el último trimestre.
Se añaden a la lista la desaceleración en el aumento de los precios en dólares, el efecto de las remesas, aumentos tímidos del salario en nichos del sector privado, algunas inversiones en telecomunicaciones y señales de vida en el crédito bancario.
Otras firmas, aunque más cautelosas, comparten el escenario al alza: Economist Intelligence Unit espera que el año cierre con un resultado positivo de 0,5% y Oxford Economics 0,9%.
Hay lecturas menos optimistas. Daniel Cadenas, director de Oikos Research, indica que “mi caso base es que el año cierra con una caída de 3%. Tendría que haber un crecimiento elevado en el segundo semestre para que el año cierre en positivo y no lo vemos”.
Agrega que las señales que provienen de la industria, un sector clave por su encadenamiento con el resto de la economía, que está utilizando menos de un tercio de su capacidad y tiene poca competitividad, son contrarias a un gran salto en la producción.
En resumen tras el descalabro que entre 2014-2021 redujo la economía a la cuarta parte, el escenario es fuerte desaceleración respecto al crecimiento de 7% en 2022 o vuelta a la recesión. ¿Por qué el techo es tan bajo y no conviene dar rienda suelta al optimismo?
La rueda
Entre las causas de la debilidad de la economía venezolana destaca la poca capacidad de consumo de la población. El ingreso, sea a través de salarios, bonos o remesas aumenta a un ritmo muy lento mientras que los precios escalan a gran velocidad.
Este entorno se traduce en poco consumo, caída de las ventas, empresas que producen muy por debajo de su capacidad, mínima inversión y retroceso del PIB. Es lo que economistas como Daniel Cadenas denominan “una recesión típica por demanda agregada insuficiente”.
Oikos Research
Generalmente para romper esta dinámica los gobiernos utilizan estímulos como facilitar el crédito, aumentar el gasto público y rebajar los impuestos, pero la administración de Nicolás Maduro tiene una política que favorece al clima recesivo.
El ajuste
El objetivo principal de la política económica del mandatario Nicolás Maduro es que el dólar se mantenga lo más estable posible porque de esa manera, consideran sus asesores, se estabilizan los precios y crece la confianza de los consumidores y las empresas.
Para estabilizar el dólar el gobierno frena el aumento de los bolívares que circulan en la economía. Sin bolívares, no es posible comprar divisas. La estrategia consiste en restringir el crédito y disminuir la expansión del gasto público.
Para cerrar el grifo del crédito las autoridades obligan a la banca a congelar más de dos tercios del dinero que capta y a utilizar una pequeña parte de los depósitos en divisas. Las restricciones eran más severas, por lo tanto, en los últimos meses el crédito aumentó.
Pero el financiamiento es muy escaso: Macroconsultores precisa que entre 2008-2015 el portafolio de créditos de la banca equivalía a 20% del PIB y ahora a tan solo 1,4%. El resultado es una economía que no cuenta con la palanca del crédito.
El poco ímpetu del gasto del gobierno es evidente por el bajo monto de los salarios en ministerios y empresas del Estado. Al mismo tiempo las remuneraciones en el sector privado, aunque muy superiores a las del gobierno, son escasas: la remuneración promedio de los obreros en la industria privada es de 189 dólares al mes.
Moneda zombi
Daniel Cadenas considera que este ajuste se enfrenta a fallas de fondo. La principal es que tras años de devaluación y alta inflación los venezolanos no quieren bolívares y los gastan lo más pronto posible comprando dólares, alimentos o cualquier cosa.
“Como buscas deshacerte cuanto antes de la moneda aumenta la velocidad de circulación del dinero y eso presiona la inflación. Además hay presión sobre el tipo de cambio y eso también se traduce en más inflación” dice Daniel Cadenas.
“El problema es la falta de confianza en la moneda. No importa cuántos dólares vendas en el mercado cambiario, nunca van a ser suficientes porque hay un repudio a la moneda”, agrega.
Aunque hay medidas para disminuir la cantidad de bolívares, la falta de confianza en los que circulan se traduce en demanda de dólares y devaluación. A su vez esto lleva a un aumento constante de los precios y la inflación es de tres dígitos al año.
Actualmente el tipo de cambio oficial es de 34 bolívares por dólar y como se prevé una mayor inyección de bolívares a fin de año por parte del gobierno, consultoras como Ecoanalítica esperan que aumente hasta 60 bolívares por dólar.
La dolarización
Un elemento a considerar es que la economía se ha dolarizado de facto. Los precios se fijan en dólares, quienes pueden ahorrar lo hacen en dólares y el valor de la cantidad de billetes verdinegros que circula, de acuerdo a estudios como el de Ecoanalítica, supera cinco veces a la de los bolívares.
Daniel Cadenas indica que esto plantea un problema estructural para el ajuste del gobierno porque si el dólar tiene esa relevancia el tipo de cambio pierde efecto como ancla, pasa a ser un dato menos relevante que en el pasado.
“Cuando las economías se dolarizan de facto en esta magnitud el tipo de cambio pierde efectividad como ancla de precios, porque para los agentes económicos ya no es lo fundamental, la mayoría piensa en dólares no en bolívares”, explica Daniel Cadenas.
Caros en dólares
Tras la caída de las ventas, las empresas y los comercios se han visto forzados a recortar los márgenes y hay una desaceleración en el aumento de los precios en dólares. Daniel Cadenas proyecta que este año los precios en dólares aumentarán 30% mientras que el año pasado el salto fue de 50%.
¿Por qué hay una inflación tan elevada en dólares a pesar del debilitamiento en las ventas?
“Con el instrumental analítico que tenemos los precios deberían estar desacelerándose mucho más dada la recesión, 30% es una inflación bestial en dólares y no justificable fácilmente. No hay una investigación para precisar la respuesta. Se han planteado varias hipótesis” admite Daniel Cadenas.
Desde su punto de vista la hipótesis más plausible es que las empresas y los comercios trabajan con unos márgenes enormes porque “como el crédito es muy escaso tienen que usar su flujo de caja, sus utilidades para reinvertirlas”.
“De comprobarse esto añadiría otra falla de fondo al ajuste del gobierno: al restringir el crédito obligas a que los productores tengan márgenes muy altos y esto a su vez se traduce en presión inflacionaria”.
El peso de la historia
Otro aspecto a considerar es que “entre 1973-2013 el crecimiento promedio de Venezuela, produciendo mucho más petróleo, con crédito barato y abundante, inversión extranjera, financiamiento externo y sin diáspora de capital humano fue de 2,5% al año”, explica Daniel Cadenas.
“Es iluso pensar que esta Venezuela va a crecer más que aquella” concluye.
Las proyecciones más optimistas sobre la economía en el corto plazo se basan en que el gasto del gobierno aumentará a fin de año y en 2024 para tratar de crear sensación de mejoría antes de las elecciones presidenciales, pero estudios demuestran que el gasto público ha perdido efectividad.
En su trabajo Estructura e Incidencia de la Política Fiscal en Venezuela Luis Zambrano Sequín, director del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Católica Andrés Bello, indica que “el multiplicador del gasto público es de solo 0,33”, es decir por cada dólar de gasto el efecto en el PIB es de solo 33 centavos.
Otro trabajo a considerar es el de la profesora de la Universidad Católica Andrés Bello María Antonia Moreno, Multiplicadores Fiscales en Venezuela que señala que el efecto del gasto del gobierno prácticamente es cero en un trimestre y a cuatro trimestres es de solo 0,20.
“En la mayoría de las economías el efecto multiplicador del gasto público es mayor, pero en Venezuela es muy bajo por temas como la corrupción, no hay contraloría del gasto, la ejecución es poco transparente” resume Daniel Cadenas.
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