China, decidida a ejercer mayor liderazgo mundial, considera al gobierno venezolano un aliado geopolítico, pero en el terreno económico, por ahora, se mantiene cautelosa y sin reabrir el grifo del crédito.
Víctor Salmerón
Maduro y Xi Jinping durante la visita a China en 2023
Cuatro horas después de que el Consejo Nacional Electoral de Venezuela declaró vencedor a Nicolás Maduro en las elecciones del 28 de julio, el gobierno de China lo felicitó “por su exitosa reelección”, obviando las razonables dudas sobre el resultado.
Tras ese paso Pekín ha permanecido en silencio con una posición contraria a la de Brasil, su socio en los BRICS y países clave para su influencia en Latinoamérica como Chile, Argentina, Colombia, Perú, Ecuador, Costa Rica y Panamá que aun no reconocen la victoria de Maduro y solicitan la publicación de las actas con los resultados de cada mesa electoral.
La región está ante una muestra de cómo la estrategia de China giró hacia un rol más desafiante y claro en su intención de ejercer mayor liderazgo mundial.
El influyente politólogo chino, Yan Xuetong, ha escrito que en esta etapa China intentará moldear un entorno ideológico favorable a su ascenso, oponiéndose a la idea de que el concepto de democracia, defendido por Estados Unidos y Occidente, tiene validez universal.
La internacionalista Elsa Cardozo explica que en la posición de China respecto a Venezuela “intervienen razones geopolíticas, de interés en su proyección internacional, con su propia y antiliberal visión de la democracia, los derechos humanos, el desarrollo y la seguridad”.
En su ascenso al estatus de gran potencia China está moldeando un orden multipolar donde las áreas de influencia son relevantes.
Mariano de Alba, especialista en relaciones internacionales y diplomacia, explica que “el apoyo de China al gobierno de Maduro continúa de forma irrestricta porque es fundamentalmente un apoyo político que hay que leer en clave geopolítica, donde China está en clara competencia con la influencia global de Estados Unidos”.
“Para China es importante tener aliados cercanos en distintos continentes y ve en el gobierno de Venezuela un aliado estrecho en distintos foros internacionales como Naciones Unidas”, agrega.
En los intereses de Pekín también interviene la idea de una sola China y su objetivo estratégico de la reunificación con Taiwán, país con el que Estados Unidos mantiene una robusta relación comercial y militar.
Carlos Piña, politólogo experto en las relaciones de China con América Latina, considera que “no se trata de una guerra fría pero la posición de China consiste en demostrar que si Estados Unidos tiene vínculos con Taiwán, entonces China puede asociarse en América Latina con un gobierno incómodo para Washington porque, debido a su ascenso, ahora es un juego de intereses de grandes potencias”.
Reunión de Maduro con autoridades de China en 2023
El hombre fuerte
La inestabilidad no es nueva para Nicolás Maduro. En 2013, tras la muerte de Hugo Chávez, fue elegido presidente por un estrecho margen. Luego, en 2018, se reeligió a través de unas elecciones cuestionadas por una larga lista de países incluyendo a Estados Unidos, que aplicó un conjunto de sanciones con las que la administración de Donald Trump intentó desplazarlo del poder.
Carlos Piña considera que “China ha observado que cada vez que Nicolás Maduro tiene este tipo de episodio termina imponiéndose porque los factores de poder se alinean con él. Pienso que en esta oportunidad considera que va a suceder lo mismo y ese es otro factor a considerar en la posición que han tomado”.
Si bien esta es la situación actual, Elsa Cardozo señala que “ni las afinidades autocráticas son incondicionales ni las relaciones con regímenes democráticos son imposibles”. Desde su punto de vista, el reconocimiento inmediato del triunfo de Maduro por parte de China no es necesariamente inamovible.
“Pero su mudanza, más que depender de las posiciones de sus más importantes socios económicos regionales, depende de su apreciación sobre la situación resultante, y la evolución de la gobernabilidad y la legitimidad que ofrezca seguridad a compromisos económicos pendientes y oportunidades a futuro”, explica.
Mariano de Alba estima poco probable que China reconsidere su posición política “incluso si Brasil, Colombia y México tomaran una posición mucho más crítica con el gobierno de Nicolás Maduro”.
“China es reacia a involucrarse políticamente en el conflicto, va a mantener relaciones con el gobierno que tenga control efectivo de las instituciones y buscará adaptarse en el caso de que Venezuela pueda finalmente transitar a un gobierno democrático”, agrega.
La deuda
La relación financiera entre China y el chavismo se construyó principalmente sobre el sector petrolero. China, el principal consumidor del mundo, entregó créditos a borbotones a Venezuela, un país con gigantescas reservas que se comprometió a pagar con barriles.
Según la Base de Datos de Financiación China-América Latina del Diálogo Interamericano entre 2007-2015 Venezuela recibió créditos por 59 mil millones de dólares, un monto que supera a Brasil, Ecuador, Argentina y Bolivia en conjunto.
Luego, entre 2015-2018 hubo financiamiento en menor escala, limitado al sector petrolero.
El dinero se dilapidó y no fue utilizado para aumentar la producción petrolera, diversificar las exportaciones o mejorar la infraestructura. Faraónicos proyectos ferroviarios, por ejemplo, hoy son solo ruinas.
Venezuela paga la deuda con envíos de petróleo y por ahora no ha habido anuncios de nuevos créditos. Se estima que aun le queda por pagar alrededor de 15 mil millones de dólares.
En septiembre de 2023, durante la visita de Maduro a China, no hubo anuncios de nuevos créditos y el presidente de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, Zheng Shanjie, mencionó la deuda destacando que “en los últimos años se ha reajustado el reembolso aliviando la carga de pago”.
Mariano de Alba indica que “China se muestra mucho más cautelosa en el ámbito económico. En primer lugar, no está contenta con la tardanza y lentitud en el repago de la deuda e incluso se ha mostrado molesta por la enorme corrupción en la industria petrolera venezolana”.
“También ha recomendado y espera que Venezuela implemente reformas y mejoras técnicas para recuperar el estado de su economía, lo que deja entrever que no considera que todos los problemas económicos del país sean consecuencia de las restricciones internacionales que enfrentan Pdvsa y el gobierno venezolano”, agrega.
Centro de Estudios Diálogo Interamericano
Expectativas limitadas
Si bien no ha habido nuevos créditos, China ha sido determinante para que el gobierno de Maduro disminuya el impacto de las sanciones de Estados Unidos comprándole petróleo a descuento; pero en un entorno de mayor aislamiento internacional y de un posible endurecimiento de Washington, este apoyo luce escaso.
“No estimo que el apoyo, fundamentalmente político, de China, vaya a ser suficiente para la estabilización del gobierno de Nicolás Maduro”, dice Mariano de Alba.
En 2023 China y Venezuela “acordaron elevar las relaciones bilaterales al nivel de asociación estratégica a toda prueba y todo tiempo”. Además, comenzó una nueva dinámica, explica Carlos Piña, “basada en acuerdos comerciales en rubros distintos al petróleo y dando protagonismo a nuevos actores como alcaldes o gobernadores”.
El gobierno venezolano ha intentado que las empresas chinas coloquen en su lista de inversiones a las zonas económicas especiales del país, unos territorios con ventajas en materia de impuestos y otras condiciones, pero hasta ahora este paso no se ha concretado.
La inversión de las empresas chinas en la región se está concentrando en telecomunicaciones, tecnología financiera y transición energética y por ahora compañías como Solarever, Chengxin Lithium Group’s y Huawei no tienen a Venezuela como prioridad.
La deficiencia en servicios esenciales como la electricidad, alta burocracia y un marco jurídico poco claro parecen incidir en este comportamiento. La guía de inversiones elaborada en China describe a Venezuela como un país con riesgos comerciales relativamente altos.
Carlos Piña considera que “podría haber inversiones focalizadas, por ejemplo, en el sector eléctrico o cadenas hoteleras e incluso la compra de pequeñas empresas que el gobierno quiera privatizar. Pequeñas inversiones que podrían darle algún respiro a la economía venezolana”.
Delcy Rodríguez y Lan Hu embajador de China en Caracas
Pero el sector fundamental es el petróleo. Gracias a la licencia otorgada por Estados Unidos a Chevron, la producción ha aumentado hasta 850 mil barriles diarios y se espera que con las nuevas licencias a Repsol y Maurel & Prom pueda aproximarse a un millón de barriles diarios en 2025, si Washington no endurece las sanciones.
Se trata de inversiones muy limitadas. Expertos consideran que para elevar la producción hasta tres millones de barriles diarios en los próximos ocho años el país necesita inversiones por el orden de cien mil millones de dólares, algo que hoy luce remoto.
¿Invertirá China de manera importante en el sector petrolero de Venezuela?
Francisco Monaldi, director del Programa Latinoamericano de Energía del Instituto Baker de la Universidad Rice, explica que “mi estimación es que no van a invertir mientras no haya una flexibilización de las sanciones y una normalización de las relaciones con Occidente de manera de que sientan que no hay riesgo de reimposición de sanciones”.
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