El gobierno logró un modesto avance en su plan de estabilización pero la restricción del gasto público y el poco crédito agravaron la anemia de la economía.
Víctor Salmerón
En 2023 el Banco Central de Venezuela contuvo la devaluación del bolívar y la cotización del dólar aumentó a un ritmo menos explosivo que desaceleró el alza de los precios; pero el alivio obedece a un severo ajuste que impacta al crecimiento y el consumo.
El tipo de cambio oficial culmina en 35,9 bolívares por dólar, lo que se traduce en un aumento de 105% en el año mientras que en 2022 la subida fue de 286%. Incluso, en el último trimestre la cotización del dólar aumentó 4,5% y el año pasado se duplicó.
El objetivo principal de la política económica de Nicolás Maduro es que el dólar se mantenga lo más estable posible porque de esa manera, consideran sus asesores, se estabilizan los precios y crece la confianza de los consumidores y las empresas.
El problema es que los venezolanos, tras una pavorosa hiperinflación que socavó la confianza en la moneda, tienen pocos incentivos para conservar bolívares y utilizan cualquier excedente para comprar dólares. El resultado, es una continua demanda de divisas que impulsa al dólar.
Para estabilizar al dólar el gobierno frena el aumento de los bolívares que circulan en la economía. Sin bolívares, no es posible comprar dólares. La estrategia consiste en restringir el crédito y disminuir la expansión del gasto público, dos medidas que tienen consecuencias.
La dieta
Con poco acceso al crédito las familias consumen menos y las empresas tienen que trabajar con su propio dinero, algo que limita la producción y la inversión. Como el financiamiento es escaso, las empresas dependen de su flujo de caja para funcionar.
El bajo nivel del gasto público implica, entre otras cosas, salarios diminutos para los trabajadores del Estado, pensiones de vejez ínfimas, desaparición de la inversión pública y universidades con presupuestos exiguos.
Para cerrar el grifo del crédito las autoridades obligan a la banca a congelar más de dos tercios del dinero que capta y a utilizar una pequeña parte de los depósitos en divisas. Las restricciones eran más severas, por lo tanto, en los últimos meses el crédito aumentó.
Pero el financiamiento es muy escaso: Macroconsultores precisa que entre 2008-2015 el portafolio de créditos de la banca equivalía a 20% del PIB y ahora a tan solo 1,4%.
Más oferta
A la par de que el gobierno limita la cantidad de bolívares en circulación, aumentó la oferta de divisas. Gracias a la flexibilización de las sanciones de Estados Unidos, Chevron amplió sus operaciones y comenzó a vender dólares de manera regular en el mercado cambiario, algo que tuvo un efecto positivo.
De acuerdo con Síntesis Financiera la oferta de dólares en el mercado oficial, por la vía del Banco Central y Chevron, sumó 5 mil 050 millones de dólares, 10% más que en 2022. Chevron aportó 23% del total.
Un aspecto clave es que gracias a la oferta de Chevron, el mercado cambiario recibió más divisas a la par de que el Banco Central redujo su oferta en 15%, en lo que podría ser un plan de ahorro para contar con más dólares durante 2024, cuando están previstas las elecciones presidenciales.
Fuente: Síntesis Financiera
La inflación
El gobierno logró mantener más estable la cotización del dólar, contuvo el gasto y el Banco Central redujo la creación de bolívares para financiar al sector público, no obstante la inflación sigue siendo muy elevada.
De acuerdo con las cifras del Banco Central en los primeros once meses de este año los precios acumulan un alza de 183% y Síntesis Financiera proyecta que culminarán con un alza de 190% que será “un modesto avance en el lento proceso de estabilización” respecto a la inflación de 234% en 2022.
Un factor que incide en este resultado es que la depreciación de la moneda, si bien ha sido menor este año, sigue siendo alta y pocos creen que el Banco Central será capaz de mantener la estabilidad de los últimos meses.
A esto se añaden factores que destaca el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) en su último informe, como el aumento en el precio de los productos importados y la inercia.
Supeditados a sus expectativas y condicionados por contratos, las empresas, sindicatos, trabajadores, tienden a ajustar sus precios hoy previendo que todos los valores aumentarán en el futuro. Este componente inercial de la inflación es relevante.
Desde este punto de vista la inflación es como un automóvil al que le cuesta frenar por la aceleración que alcanzó en el pasado y por tanto los precios siguen aumentando a tasas elevadas.
A ras de piso
Tras reducirse a la cuarta parte de lo que fue en 2013 la economía venezolana comenzó una incipiente recuperación en 2022 que este año se frenó.
El Banco Central oculta las cifras oficiales pero el Observatorio Venezolano de Finanzas indica que en los primeros nueve meses de 2023 el PIB se redujo 2,4% respecto al mismo lapso de 2022.
Entre las causas de la debilidad destaca la poca capacidad de consumo de la población. El ingreso, sea a través de salarios, bonos o remesas aumenta a un ritmo muy lento mientras que los precios escalan continuamente.
Este entorno se traduce en poco consumo, caída de las ventas, empresas que producen muy por debajo de su capacidad y mínima inversión.
Un factor clave es que la política del gobierno de contención del gasto público y asfixia del crédito no ayuda a salir de este clima recesivo, al contrario, lo exacerba.
Síntesis Financiera resume que “en 2023 el país se encogió de nuevo para productores y comerciantes. Las autoridades económicas lograron imprimir un curso declinante a la inflación con una depresión de la demanda de consumo y la contención del tipo de cambio”.
La consultora considera que “estabilizar la expansión monetaria a costa de contener el gasto público, congelar el crédito bancario y vender divisas es una política costosa. Descansa en el sacrificio de las remuneraciones del sector público y exige un porcentaje relevante de las divisas petroleras”.
El entusiasmo
Tras la flexibilización de las sanciones de Estados Unidos, la economía venezolana recibirá un impulso extra en 2024 que la ayudará a crecer y la mayoría de consultoras y entidades financieras esperan que la economía salga del estancamiento.
El principal impacto de la flexibilización de las sanciones es que la administración de Nicolás Maduro podrá vender petróleo a precios de mercado y no a través de intermediarios que aplican un severo descuento para colocarlo en Asia.
Estados Unidos junto a una larga lista de países consideró fraudulentas las elecciones con las que Nicolás Maduro se reeligió en 2018 y aplicó sanciones, pero Washington dio un giro emitiendo licencias temporales.
Las licencias vencen el 18 de abril de 2024 y en teoría serán renovadas si Maduro da pasos concretos para permitir unas elecciones presidenciales competitivas.
No obstante, los problemas estructurales persisten y el país está lejos de iniciar una recuperación vigorosa.
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