Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica, analiza el escenario poselectoral. Advierte que se está gestando una bomba de tiempo en el mercado cambiario y explica que la economía tiene una estructura similar a la de países africanos que excluye a la mayoría.
Víctor Salmerón
Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica
Asdrúbal Oliveros, economista y director de Ecoanalítica, explica que tras la virulenta crisis que la redujo a la cuarta parte la economía tocó fondo y no hay razones para temer otra recesión aguda o el retorno de la hiperinflación: el riesgo para Venezuela es otro y está atado a lo que suceda en las elecciones del próximo 28 de julio.
“Esta economía necesita crecer de manera sostenida a altas tasas porque está en un punto muy bajo y eso no es posible en un escenario donde se repita lo ocurrido tras la elección de 2018”.
Se refiere a un marco donde “no se reconozca la elección, continúen las sanciones, no puedas atraer inversiones para el sector petrolero -el más competitivo-, no puedas negociar con los multilaterales y reestructurar la deuda externa; en esas condiciones la economía va a seguir con un crecimiento limitado que excluye a la mayoría”.
Si tras la elección surge un gobierno reconocido, capaz de acudir a los multilaterales, iniciar la reestructuración de la deuda e introducir cambios para captar altos montos de inversión en el sector petrolero el futuro sería distinto, aunque con matices.
“Lo elevado que pueda ser el crecimiento también va a depender del resultado. Un gobierno de oposición podría ser más abierto a condiciones de mercado mientras que un gobierno de Maduro, también reconocido, probablemente va a ir más lento; pero en los dos casos el escenario es totalmente diferente al del no reconocimiento”.
Profundiza en este aspecto e indica que “en una dinámica de alto crecimiento Venezuela puede recuperar mucho de lo que ha perdido, de lo contrario, pueden pasar veinte o treinta años con una economía estancada y eso para mí es el gran riesgo, que nos quedemos con una economía enana, estancada en el foso”.
En este caso, advierte, se consolidaría la frustrante estructura actual. “Esto se parece mucho a lo que sucede en países africanos: una economía pequeña, de privilegios, de pocos sectores. Un grupo que vive muy bien mientras la mayoría permanece con sueldos muy bajos y servicios públicos precarios”.
La cápsula
Los años del desmadre 2014-2020, con aumento centelleante de los precios, devaluación incesante de la moneda y caída meteórica de la producción han dado paso a un crecimiento concentrado en áreas de poca profundidad.
De acuerdo con Ecoanalítica, si se incluyen las proyecciones para este año el crecimiento tras el fin de la pandemia, en el lapso 2021-2024, se concentra en alimentos, salud principalmente por la elaboración de medicamentos, servicios profesionales, comercio y medios de pago.
“La actividad de la manufactura está enfocada en la producción de alimentos y medicinas. Es decir, tenemos un crecimiento más ligado al comercio, a los servicios, a la importación, que a la producción y manufactura de bienes”, dice Asdrúbal Oliveros.
La consecuencia es que “la capacidad de generar valor agregado, de generar empleo, es mucho más limitada que si tuvieras desarrollos industriales aguas abajo”, añade.
“Los economistas utilizamos el concepto de crecimiento potencial, cuánto puedes crecer si utilizas tus recursos a plena capacidad. En esta dinámica, que pudiéramos caracterizar de sobrevivencia, obviamente estás muy lejos de tu potencial”.
Ecoanalítica
En su opinión esta estructura raquítica obedece a “la problemática de los servicios públicos, fallas en el suministro de electricidad, problemas para el acceso al combustible, vías de comunicación deterioradas; esto limita el crecimiento de la manufactura”.
“Tienes un segundo factor que es el crédito. Los proyectos industriales necesitan financiamiento en montos importantes y en este momento el crédito está muy restringido, entonces se financia principalmente la actividad comercial, pequeños negocios”.
El tercer elemento “está ligado con los impactos de la crisis, es un mercado pequeño con una población empobrecida y eso lleva a que sea difícil pensar en proyectos industriales de gran envergadura, porque ¿cómo obtienes la rentabilidad?”
El mapa
Al crecimiento, focalizado en pocas áreas, se añade la concentración del consumo en la región central del país. El estudio que elabora Ecoanalítica para medir las transacciones a través de puntos de venta es elocuente.
Al cierre de febrero de este año 41,7% de las transacciones se efectúan en Caracas y cuando se añaden Valencia y Maracay la proporción aumenta hasta 57,1%.
“Es por esto que empresas que tradicionalmente han operado en el interior del país comienzan a tener presencia en Caracas”, dice Asdrúbal Oliveros.
Ecoanalítica
Otra muestra de las enormes diferencias en las regiones del país son los distintos grados de actividad. Ecoanalítica, gracias al apoyo del BID, realizó en octubre del año pasado un estudio con imágenes captadas por satélites que detectan el movimiento de vehículos y la emisión de gases, entre otras variables.
Con estos datos fue posible dibujar un mapa de actividad donde la zona central del país tiene la mayor proporción, pero hay regiones con una dinámica intermedia, superior a la de los estados que permanecen con un mínimo impulso como Cojedes o Sucre.
Este es el caso de la región Lara-Portuguesa, gracias a la agroindustria y su gran conexión con el sector de alimentos básicos; Barinas-Apure, que cuenta con la actividad de la ganadería; Táchira que se beneficia del comercio que genera la frontera con Colombia y Anzoátegui, que recibe el empuje de las operaciones en la Faja del Orinoco.
La diferencia entre regiones, como es lógico, se manifiesta en el ingreso. “El salario mínimo promedio de Caracas está en el orden de 220 dólares mientras que en Sucre o Cojedes está entre 130-140 dólares”, precisa Asdrúbal Oliveros.
Cuestión de tamaño
La reducción de la economía y la focalización del consumo en determinadas áreas y zonas geográficas se traduce en que la mayor parte de la industria, creada para un mercado más grande y rico, está sobredimensionada.
“Tenemos estructuras industriales que son muy grandes para el país que quedó tras la crisis y por lo tanto su estructura de costos está distorsionada, una tarea pendiente del sector industrial es adecuarse a una economía que se achicó”, dice Asdrúbal Oliveros.
“Se trata de adecuar las líneas de producción, disminuir la capacidad ociosa para adaptarte a los niveles actuales de cuota de mercado, de ventas y de acceso al crédito”, agrega.
Una opción para disminuir el impacto de la reducción del mercado es exportar, pero el camino no luce despejado. “Hay muchas dificultades para la exportación, los costos de las empresas, la política cambiaria que no la favorece y la estructura burocrática”.
“Algunas empresas están utilizando parte de su capacidad para exportar pero no se trata de algo mayoritario. Otras, por los caminos verdes, han vendido su maquinaria a empresas de otros países o la han trasladado para instalarse en el exterior”, explica.
Tic tac
Gracias a una severa reducción del gasto público y a la restricción del crédito, el gobierno disminuyó la cantidad de bolívares en la economía y estabilizó la cotización del dólar, enviando una señal que ayudó a desacelerar la inflación.
Pero la combinación de un tipo de cambio anclado con una inflación que, aunque ha perdido impulso todavía es elevada, tiene consecuencias: mientras el precio del dólar no varía todo lo demás se encarece y el dólar se vuelve barato, algo que favorece las importaciones e impulsa la demanda de divisas.
Ante el rompecabezas cambiario Asdrúbal Oliveros reconoce que “la política cambiaria del gobierno en una primera etapa fue correcta; estabilizar la tasa de cambio, disminuir las expectativas de devaluación y cerrar la brecha con el dólar paralelo, pero esa política ya es insuficiente”.
- ¿Mantener un dólar barato no obliga a una mayor oferta de divisas?
- Cada vez necesitas más dólares para estabilizar el mercado. En 2022 la oferta de divisas fue de 2.200 millones, en 2023 subió hasta 4.500 millones y en enero- mayo de este año casi dos mil millones, 13% más que en el mismo lapso de 2023.
- Además hay un impacto recesivo.
- Así es porque para sostener esa tasa has tenido que restringir muchísimo el gasto público y el crédito.
- ¿Puede lograrse la estabilidad de precios con una estrategia menos costosa?
- Profundizando la dolarización financiera, permitiendo que los dólares puedan transferirse a través de los bancos, creando un sistema de compensación interno y un nuevo marco regulatorio para que haya préstamos en divisas; esto además ayudaría a captar alrededor de cuatro mil millones de dólares que están fuera de la banca.
¿De esta manera disminuiría la demanda de dólares?
-Disminuye la demanda por cambiar bolívares a dólares y los niveles de intervención en el mercado cambiario se pueden moderar y además obtienes el resultado de mayor estabilidad.
- El gobierno ha optado por rescatar al bolívar. ¿Esto no equivale a elegir la inestabilidad?
- Pareciera que las resistencias son más ideológicas que técnicas, pero el bolívar no va a desaparecer si profundizas la dolarización financiera, el Estado va a seguir pagando salarios, compromisos y cobrando impuestos en bolívares, por ejemplo.
- ¿Hacia dónde marcha la política de anclaje del tipo de cambio?
- Cada vez tendrás que vender más dólares y el tipo de cambio se va a sobrevaluar hasta que se haga insostenible. El tipo de cambio de equilibrio, que en términos sencillos nos dice a qué tasa el producto nacional es tan competitivo como el importado, supera los cien bolívares por dólar y la tasa oficial es de 36,3 bolívares por dólar.
- ¿Esto qué implica?
- No es una predictor de devaluación, pero sí indica que el tipo de cambio está muy por debajo de su valor de equilibrio real, te indica claramente que hay un problema.
- ¿Una bomba de tiempo?
- Estás generando una bomba de tiempo y hay dos opciones: o explota y causa daño o llamas a un equipo que la desactive. Espero que el gobierno escoja esta opción.
- ¿Cree posible que el desajuste explote en el corto plazo?
-En el corto y mediano plazo no veo peligro pero más allá de diciembre, si le queremos poner un mes, será más difícil sostener esta política cambiaria.
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