Factores políticos e institucionales atentan contra la oportunidad que tiene el país de aumentar su producción. Francisco Monaldi analiza las perspectivas, frente al escenario de una sustitución gradual del petróleo por energías renovables.
Víctor Salmerón
PDVSA
El mundo se mueve hacia una menor demanda de petróleo y Venezuela necesita cambios urgentes para aprovechar sus enormes reservas, antes de que la transición hacia nuevas formas de energía aleje la posibilidad de contar con un flujo de petrodólares que ayude a recuperar su empobrecida economía.
Tras ocho décadas intentando “sembrar el petróleo”, actualmente no hay otra actividad en el país con el potencial de aportar ingresos similares a los del barril y seguirá siendo así, al menos en el mediano plazo, por la baja productividad y la poca capacidad para exportar del resto de los sectores.
El escenario no es sencillo. Para contener el calentamiento global 194 países se comprometieron en la cumbre de París a disminuir de manera significativa la emisión de gases con efecto invernadero y esto supone una reducción progresiva del uso del petróleo a favor de energías renovables como la eólica o la solar.
El escenario de cero emisiones netas para 2050 elaborado por la Agencia Internacional de Energía (AIE) prevé que la demanda de petróleo se desplome a un tercio de lo que es actualmente, pero luce con bajas probabilidades.
Otros escenarios no basados en lo deseable proyectan una sustitución más gradual, por ejemplo, el Escenario de Compromisos Anunciados de la AIE que proyecta la demanda y la oferta de acuerdo a lo anunciado por los distintos gobiernos es menos drástico.
Francisco Monaldi, director del Programa Latinoamericano de Energía del Instituto Baker y quien analizó este tema en el congreso de la Academia Nacional de Economía, afirmó que Venezuela tiene “una significativa ventana de oportunidad para desarrollar sus grandes recursos de hidrocarburos en las próximas dos o tres décadas”.
No obstante, advirtió que “hay riesgos crecientes de que la ventana se vaya acortando y que resulte en lo que en la literatura se conoce como activos varados”, es decir, que buena parte del petróleo no se extraiga.
Venir del futuro
Los petroestados temen por una reducción del ingreso, pero en el caso de Venezuela esto ya ocurrió. La falta de inversión, la corrupción rampante y el despido de personal calificado creó un ciclón destructivo que se agravó por las sanciones de Estados Unidos y socavó las bases de la industria petrolera.
UCAB Informe trimestral
En 1999, al llegar el chavismo al poder, Venezuela producía 3,1 millones de barriles diarios de petróleo y actualmente produce 809 mil barriles, un descalabro de 74% que sitúa la producción en niveles cercanos a los de 1945.
“El país puede incrementar la producción y exportación de petróleo hasta tres millones de barriles diarios en la próxima década pero ello requiere inversiones de más de 120 mil millones de dólares, que mayoritariamente tendrá que hacerlas el sector privado”, afirmó Francisco Monaldi quien además es profesor en la Universidad de Rice.
La oportunidad
Las estadísticas del gobierno indican que los venezolanos caminan sobre un océano de 304 mil millones de barriles de petróleo, lo que convierte a Venezuela en el país con las mayores reservas oficiales del mundo.
Si bien pueden existir dudas sobre estos números, lo cierto es que las reservas probadas son gigantescas y el país cuenta con campos desarrollados que permiten aumentar la producción sin grandes inversiones y en tiempos relativamente cortos porque ya tiene la infraestructura para extraer el petróleo y transportarlo.
Esta ventaja es importante porque la transición energética progresivamente va a derivar en que las empresas reduzcan las inversiones en exploración, sobre todo en campos de larga maduración.
“Venezuela tiene la ventaja de que buena parte de las inversiones pueden comenzar a recuperarse en poco tiempo, al contrario de las inversiones costa afuera que se están haciendo en Guyana y Brasil, los dos países de la región donde está creciendo la producción dramáticamente”, dijo Francisco Monaldi.
La transición energética implica que hay una mayor incertidumbre sobre la demanda de petróleo en el futuro y por tanto respecto al precio del barril. Esto implica que el costo de producción, ya de por si un elemento clave, ganará importancia al momento de decidir si invertir o no.
En cuanto a costos de producción y el punto de equilibrio de nuevas inversiones, Venezuela está en desventaja respecto a los mejores yacimientos del Medio Oriente pero es competitiva respecto a Estados Unidos, Canadá, Europa, África y el resto de los países de Latinoamérica.
A esto se añade que el país puede mejorar su competitividad si reduce la carga tributaria. “Venezuela tiene impuestos más altos que la mayoría de sus competidores, entonces hay espacio para desarrollar y ser competitivo”, dijo Francisco Monaldi.
Tema ambiental
La transición energética crea un entorno donde en las decisiones de inversión tendrá un peso importante la magnitud de las emisiones de gases con efecto invernadero como el dióxido de carbono. Desde el punto de vista del tipo de crudo, los más livianos generan menores emisiones y los extrapesados más.
Un aspecto clave es que tres cuartas partes de las reservas de petróleo de Venezuela son crudo extrapesado alojado en la en la Faja del Orinoco. Por ejemplo el crudo Hamaca, que es mejorado para hacerlo más liviano antes de su venta, genera el doble de emisiones que los crudos de aguas profundas en Brasil.
Además los campos maduros del país pueden requerir mecanismos para detener su declinación que aumentan las emisiones de dióxido de carbono.
Según la Agencia Internacional de Productores de Petróleo y Gas la quema de gas asociado a la extracción de petróleo es la segunda mayor causa de emisiones de dióxido de carbono y Venezuela se encuentra entre los países con mayor quema de gas por barril.
De acuerdo con estimaciones de Gas Energy Latin America 42% del gas extraído en Venezuela se destina al mercado interno, 5% a la inyección en los pozos petroleros y el 53%, en gran medida, se quema contaminando la atmósfera.
Al mismo tiempo, de acuerdo con la AIE, Venezuela es el quinto país en el mundo con mayor emisión de gas metano, un gas de efecto invernadero que tiene un impacto 25 veces mayor de calentamiento que el dióxido de carbono.
AIE 2023
El trabajo La industria Petrolera de América Latina en la Transición Energética: un cambio de paradigma, elaborado por Francisco Monaldi, Luisa Palacios y Cristopher de Luca, señala que el país tendrá que tomar en cuenta el tema ambiental para ser competitivo.
Afirma que Venezuela deberá reducir sus emisiones netas, por ejemplo, con la captura y reinyección de carbono e inversiones para disminuir la quema de gas y el metano.
“La AIE estima que Venezuela puede reducir hasta un 78 % de sus emisiones de metano con la implementación de tecnología convencional”, dice el trabajo de estos tres expertos.
Marco fiscal
Venezuela es muy poco competitiva cuando se analiza las condiciones para la inversión privada. Una disposición garantiza que el Estado perciba siempre al menos 50% de los ingresos totales obtenidos de los proyectos por la producción de crudo.
También el gobierno establece un impuesto a las ganancias “exorbitantes” que aplica cuando sube el precio del precio del barril y si al mismo tiempo suben los costos, el impacto sobre la caja de las empresas es considerable.
En el estudio elaborado para el Banco Interamericano de Desarrollo, Análisis del Marco Fiscal Petrolero de Venezuela, James Smith concluye que “el régimen fiscal existente en Venezuela desalienta severamente la inversión en exploración, desarrollo y operaciones de recobro mejorado”.
Hostil a la inversión
De acuerdo a la ley venezolana, las compañías internacionales solo pueden participar en la industria petrolera como accionistas minoritarios en empresas mixtas asociándose con Pdvsa, la compañía petrolera del Estado.
“Es una empresa disminuida, corrompida, en bancarrota, con juicios por corrupción, tremendamente imposibilitada para ser un buen socio”, dijo Francisco Monaldi.
Agregó que “la ley no contempla ningún instrumento de los que se usan para el mundo para atraer al sector privado como contratos de producción compartida, servicios a riesgo o licencias”.
“Recientemente se le ha dado a Chevron, Repsol y Maurel & Prom contratos paralelos de asistencia técnica que tratan de conceder las cosas obvias que necesita un inversionista privado, pero al margen de la ley: esa es una manera muy precaria de generar la apertura y el cambio institucional que necesita el país”, dijo Monaldi.
Enemigo interno
En los últimos nueve años, junto al desplome de la industria petrolera, el país sufrió una severa contracción del PIB que convirtió a su economía en una enana respecto a países como Colombia y Perú.
UCAB
El próximo 28 de julio el país realizará unas elecciones presidenciales que, todo indica, estarán muy lejos de ser creíbles y transparentes. La continuidad de Maduro a través de unas elecciones cuestionadas dificultaría el acceso a las masivas inversiones que necesita el país para levantar la producción petrolera.
El trabajo elaborado por Luisa Palacios, Cristopher de Luca y Francisco Monaldi advierte que “la restricción de Venezuela no vendrá dada por su dotación de recursos ni, en los escenarios más graduales, por la caída de la demanda global de petróleo, sino por sus políticas e instituciones”.
Concluye que “si no hubiera restricciones político-institucionales, Venezuela tendría la oportunidad más significativa de incrementar su producción en la región, solo siendo en producción total superada por Brasil, pero los riesgos político-institucionales pueden evitar que se recupere su producción y se pierda la ventana de oportunidad”.
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