La continuidad de Maduro a través de otras elecciones cuestionadas dificultaría el acceso al crédito de los multilaterales y a las masivas inversiones que necesita el país para levantar la producción petrolera.
Víctor Salmerón
Prensa Presidencial
Las celebraciones políticas significativas suelen dar la bienvenida a un comienzo y la inscripción de Nicolás Maduro como candidato presidencial el pasado 25 de marzo no lo fue; al contrario, otro sexenio significará que estará en el Palacio de Miraflores por 18 años.
Para permanecer en el poder Maduro se amoldó al fracaso de la economía socialista del siglo XXI y ahora, que las encuestas evidencian que el chavismo es una promesa exhausta, bloquea a la oposición con las mayores posibilidades de ganar las elecciones del próximo 28 de julio.
María Corina Machado, la opositora que lidera los sondeos por amplio margen, fue inhabilitada y a la sucesora que designó, Corina Yoris, el sistema informático del Consejo Nacional Electoral le impidió la inscripción.
Los presidentes de Colombia, Brasil, Chile y Guatemala han señalado públicamente su inconformidad con la marcha de un proceso electoral que para la Unión Europea debe ser “creíble, transparente e inclusivo”, condiciones que hoy lucen lejanas.
El escenario no es nuevo. Tras la muerte de Hugo Chávez en 2013 Maduro obtuvo una cerrada victoria y en 2018 se reeligió mediante elecciones cuestionadas por la Unión Europea, la mayoría de los gobiernos de América Latina y Estados Unidos, que además aplicó sanciones.
Tras la firma de un acuerdo que en teoría abría el camino a la realización de elecciones presidenciales competitivas, Washington emitió licencias que permiten a la administración de Maduro vender petróleo al precio de mercado, sin colocar los barriles en Asia con un cuantioso descuento para evadir las sanciones.
“Tenemos la fuerza, la experiencia, el conocimiento para lograr las grandes metas de una gran transformación para Venezuela” aseguró Maduro al momento de inscribirse como candidato, pero ¿qué significaría para la alicaída economía venezolana su continuidad mediante otras elecciones cuestionadas?
Las consecuencias
La mezcla de expropiación de empresas, endeudamiento frenético, emisión de dinero para financiar gasto público, destrucción del tejido institucional, control de precios, control de cambio, politización de la industria petrolera y subsidios inmanejables derivó en una catastrófica recesión.
Expertos coinciden en que el país necesita crecer a una tasa de al menos 7% por más de veinte años para regresar al PIB que tenía en 2013 y para ello es vital la inversión masiva en petróleo a fin de elevar la producción y financiamiento de los multilaterales, para remediar, entre otras cosas, la crisis del sector eléctrico.
La administración de Maduro entre 2018-2024 evidencia que un gobierno surgido de elecciones cuestionadas aleja la posibilidad de que Venezuela cuente con estas dos condiciones, que servirían de palanca para una recuperación vigorosa.
José Manuel Puente, economista y profesor del IESA, explica que “como hemos visto, un gobierno no reconocido por una parte importante del mundo no tiene acceso al Fondo Monetario Internacional o al Banco Mundial y tampoco es capaz de renegociar la deuda externa que está en default desde 2017”.
“A esto se añade la incapacidad de captar inversiones importantes en el ámbito petrolero para activar al corazón de esta economía que sigue siendo el petróleo”, agrega Puente.
El no reconocimiento de Maduro por parte del Fondo Monetario Internacional y el Banco de Inglaterra se traduce en que el país no tiene acceso a 4 mil 900 millones de dólares en Derechos Especiales de Giro y a 31 toneladas de oro.
El resultado es que las reservas internacionales disponibles se ubican en el mínimo histórico de 2 mil 800 millones de dólares. Al mismo tiempo, el país tiene un atraso de 57 mil millones de dólares en el pago de la deuda externa en bonos y está lejos de una reestructuración que le devuelva el acceso al crédito internacional.
Fuente BCV
Barriles evaporados
Al llegar el chavismo al poder, Venezuela producía 3,1 millones de barriles diarios de petróleo. La falta de inversión y la pésima gerencia tuvieron consecuencias y no solo no se cumplieron los planes de aumento de la producción sino que en 2018 había caído hasta 1,3 millones.
El descenso se agravó con las sanciones de Estados Unidos en enero de 2019 y tras algo de aumento gracias a la flexibilización de las sanciones actualmente es de 820 mil barriles diarios, es decir, un descalabro de 74% respecto a la producción de 1999.
El Plan País, una hoja de ruta para la recuperación diseñada por expertos en diversas áreas para la oposición venezolana, considera que Venezuela necesitaría captar inversiones por 100 mil millones de dólares para aumentar la producción hasta tres millones de barriles diarios en ocho años.
Fuente Opep
La flexibilización
Uno de los impedimentos para atraer estas inversiones sería el eventual retorno de las sanciones de Estados Unidos si la administración de Joe Biden considera que este es el camino a seguir de no haber elecciones presidenciales con un mínimo de condiciones.
En noviembre de 2022 Estados Unidos permitió a Chevron producir y exportar petróleo desde Venezuela con la licencia 41. Luego, en octubre de 2023, concedió una licencia por seis meses, la número 44, que permite inversiones de empresas estadunidenses y de otros países, así como la venta de petróleo a través del mercado formal.
El 18 de abril Estados Unidos deberá anunciar si renueva o no la licencia 44. Aun en el supuesto de que la renueve habrá que ver por cuánto tiempo y qué ocurre después de las elecciones de julio.
Más que sanciones
Si por razones geopolíticas Estados Unidos renueva la licencia 44 después de julio y Maduro permanece tras unas elecciones no competitivas, un factor a considerar es que las sanciones no son el único elemento que mantiene en el foso la producción petrolera.
Juan Szabo, asesor de empresas petroleras, explica que “la producción comenzó a caer mucho antes de las sanciones por la falta de inversiones y de recurso humano capacitado, una ley poco competitiva respecto a otros países, inseguridad, fallas constantes en el sistema eléctrico”.
De acuerdo a la ley venezolana las compañías internacionales solo pueden participar en la industria petrolera como accionistas minoritarios en empresas mixtas y la carga fiscal es de las más altas en el mundo.
Luis Pacheco, académico no residente en Baker Institute, señala que “necesitas a un gobierno que sea capaz de convencer a las empresas extranjeras de que inviertan billones de dólares y eso requiere no solo solucionar el tema sanciones, tienes que resolver el tema político, regulatorio y fiscal”.
“Además tienes que atender la crisis eléctrica, el mal estado de los hospitales, las autopistas. No puedes tener una industria petrolera que funcione en un país colapsado”, dice Luis Pacheco.
El corto plazo
Para lo que resta de este año y el próximo Juan Szabo considera tres escenarios para la producción petrolera: Statu quo, intermedio y cambio político.
El escenario del statu quo considera que Maduro permanece en el poder mediante otra elección no reconocida y Estados Unidos no renueva la licencia 44, pero mantiene la que otorgó a Chevron en 2022, la número 41.
En este caso la producción de Venezuela permanecería por debajo del millón de barriles diarios. El escenario intermedio contempla que la oposición se abstiene de ir a las elecciones, Maduro continúa en el poder con un reconocimiento parcial y Estados Unidos renueva la licencia 44.
Juan Szabo señala que en este caso empresas como Repsol y Maurel & Prom harían inversiones de rápido retorno para, al igual que hace Chevron, comenzar a cobrar lo que les debe Pdvsa, la empresa petrolera del estado venezolano.
Además, lo más probable es que las casas matrices no aumenten su riesgo en Venezuela y estas empresas solo inviertan, como ha hecho Chevron, el dinero que reciben por el pago de la deuda o las ganancias que obtienen en el negocio.
En este escenario la producción de Venezuela alcanzaría los 900 mil barriles diarios a finales de 2025 y “luego lentamente se alcanzaría el millón de barriles diarios en 2026”, dice Juan Szabo.
“De suceder el escenario del cambio político el nuevo gobierno presentaría el Plan País a los multilaterales y a las empresas extranjeras, habría cambios importantes en el entorno y para finales de 2025 la producción estaría en 1 millón 200 mil barriles diarios”, agrega.
Maduro permitió la libre circulación del dólar, suspendió los controles y aplicó un plan para salir de la hiperinflación: recorte profundo del gasto público, restricción del crédito y venta de dólares para mantener con la menor variación posible al tipo de cambio.
Fuente BCV
José Manuel Puente indica que “se trata de un escenario muy inestable, la moneda está sobrevaluada, las reservas internacionales son muy bajas, hay una gran inestabilidad política e institucional y no hay desempeño macroeconómico de alta potencia en un contexto político inestable”.
El pasado 17 de marzo Nicolás Maduro felicitó a Vladimir Putin por su victoria en unas elecciones que la gran mayoría de los países consideró fraudulentas, pero que desde su punto de vista “fue un proceso electoral impecable”.
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