El alza de los precios se desacelera pero a través de un plan que mantiene al país en un ciclo de poco consumo y bajo crecimiento.
Víctor Salmerón
Pixabay
A comienzos de 2021, en medio de un caótico e incontrolable incremento de los precios, Nicolás Maduro comenzó a aplicar un paquete de medidas para reducir la inflación a niveles terrenales. Las cifras muestran una tendencia favorable.
Los datos del Banco Central precisan que la tasa de 1,2% de febrero es la inflación más baja desde agosto de 2012 y la acumulada en doce meses indica que es probable que este año, por primera vez desde 2014, los precios aumenten menos de cien por ciento.
El ajuste acabó con la regulación de precios, que solo generó escasez; no se opuso a la dolarización de facto que los venezolanos asumieron para operar con una moneda creíble y se centró en acabar con la volatilidad del dólar, para transmitir estabilidad.
Pero mantener fijo o con pequeñas variaciones a la cotización del dólar no es fácil. Tras su constante pérdida de valor, los venezolanos tienen poca fe en el bolívar y utilizan cualquier excedente para comprar dólares y la oferta es limitada.
Entonces, vino una reducción de la cantidad de bolívares en la economía, sin bolívares no es posible comprar dólares. El Banco Central, que emitía montañas de dinero para financiar al gobierno disminuyó la emisión y el gobierno recortó el gasto público.
Además, se limitó el crédito obligando a la banca a inmovilizar más de dos tercios de las captaciones. El ajuste sacó a la economía de la hiperinflación y a partir de 2023 el gobierno reforzó el recorte del gasto y mantuvo en montos paupérrimos el salario de los trabajadores públicos, las pensiones y la inversión.
Al mismo tiempo, la reducción de la cantidad de bolívares se acompañó con un aumento de la oferta de dólares. Gracias a esta combinación, este año la inflación siguió desacelerándose mientras que la cotización del dólar prácticamente no ha variado.
Fuente BCV
La economía es bimonetaria y la dinámica de oferta y demanda se expresa en bolívares y en dólares. Datos de la consultora Ecoanalítica indican que en los últimos doce meses los precios en dólares han aumentado 7%, la cifra más baja en tres años.
Poco consumo
Si bien la desaceleración de la inflación es una buena señal, el problema está en el costo que tiene el ajuste y en que aun los precios siguen aumentando a tasas muy elevadas en comparación con el resto de los países de América Latina donde, exceptuando Argentina, la inflación anual es de un dígito.
La reducción del gasto público se traduce en trabajadores empobrecidos. El salario mínimo equivale a menos de cuatro dólares y se complementa con bonos que solo suman el equivalente a cien dólares al mes.
A esto se agrega la restricción al crédito que deja a las empresas y las familias con mínimo acceso al financiamiento. Además, las empresas se enfrentan a un entorno de alta carga tributaria, fallas en los servicios públicos y competencia de productos importados.
En este entorno el sector privado produce poco y también paga bajos salarios. En la manufactura privada al cierre de 2023 el ingreso promedio mensual de los obreros, que incluye todo tipo de pago, se ubicó en 196 dólares, una cifra enana en la región.
Jesús Palacios, economista senior de Ecoanalítica, explica que “es una buena noticia la desaceleración de la inflación, pero no ha estado acompañada de un incremento en la capacidad de compra y del consumo”.
“Mejorar salarios pasa por generar condiciones que aumenten la productividad y eso requiere resolver problemas estructurales, un marco institucional que permita inversiones masivas e innovación, ese es el desafío más grande que tiene el país” agrega Palacios.
Durante la larga recesión 2014-2021 la economía se redujo a la cuarta parte. Tras un crecimiento en 2022 respecto a esta base enana en 2023 la mayoría de las consultoras y entidades financieras coincide en un nuevo retroceso o crecimiento a ras de piso.
Fuente Conindustria
Otro camino
El paquete de medidas que aplica Maduro logró desacelerar la inflación sin crear las condiciones para un crecimiento fuerte y sostenido que recupere la calidad de vida.
¿Había otra opción? En febrero de 2021 el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Católica Andrés Bello publicó la propuesta Lineamientos generales para un programa de estabilización macroeconómica para la transición elaborada por Leonardo Vera y Luis Zambrano Sequín, miembros de la Academia de Ciencias Económicas.
Este programa planteó acudir al financiamiento, la ayuda internacional y a organismos multilaterales para obtener préstamos a fin de estructurar un plan de apoyo social y de reconstrucción de las redes de salud y alimentación.
Además los recursos se enfocarían en “ir levantando la destruida y precaria infraestructura en materia de servicios públicos” y en crear un “fondo de reservas internacionales líquidas” que ayudaría a estabilizar el tipo de cambio.
Otro aspecto importante es que este programa contemplaba una reestructuración de la deuda externa del país y acabar con la asfixia del crédito, entre otras cosas, evaluando la posibilidad de que la banca otorgue préstamos en dólares bajo una supervisión adecuada.
En materia institucional este programa planteó la necesidad de recuperar la credibilidad del Banco Central: “trabajar en el tema reputacional del BCV es un asunto estratégico desde los primeros momentos”, dice el documento.
En general esta propuesta abría la posibilidad de alcanzar un quiebre significativo en la tasa de inflación sin congelar salarios, restringir el crédito y mantener a la economía en un equilibrio de poco o nulo crecimiento.
La política
Un aspecto esencial es que una propuesta distinta a la aplicada por Maduro necesitaba de acuerdos y consensos en el terreno político que hubiesen permitido que el país accediera al crédito internacional y a la ayuda de los multilaterales.
Tras la muerte de Hugo Chávez Nicolás Maduro ha permanecido en la presidencia. En 2013 obtuvo una cerrada victoria y en 2018 se reeligió en unas elecciones cuestionadas por la Unión Europea, la mayoría de los gobiernos de América Latina y Estados Unidos, que además aplicó sanciones.
En este entorno el Fondo Monetario Internacional decidió no reconocer la legitimidad del gobierno con lo que se cerró la puerta de los multilaterales y de la reestructuración de la deuda externa.
Al mismo tiempo la administración de Nicolás Maduro, a pesar de los discursos de apoyo, no recibió créditos y ayuda en montos relevantes por parte de China y Rusia, sus aliados más importantes.
Este año los venezolanos acudirán a las urnas y aumenta la probabilidad de que Maduro permanezca en el poder con otra elección señalada como poco creíble. María Corina Machado, la principal líder de la oposición, fue inhabilitada y Washington, que flexibilizó las sanciones al petróleo, amenaza con reactivarlas.
Piso frágil
En octubre de 2023, tras la firma de un acuerdo que en teoría abría el camino a la realización de elecciones presidenciales competitivas en el segundo semestre de este año, Estados Unidos ablandó las sanciones sobre el petróleo.
Esto se tradujo en que la administración de Nicolás Maduro puede vender el petróleo al precio de mercado sin colocar los barriles en Asia con un cuantioso descuento para evadir las sanciones.
Si Estados Unidos renueva las sanciones a partir del próximo 18 de abril, como ha amenazado, habrá menos ingreso de dólares y al gobierno le será más difícil mantener la estabilidad del tipo de cambio y la desaceleración de la inflación.
El dinero no es papel, metal u operaciones electrónicas, es fe en las instituciones que lo respaldan y la desconfianza en el bolívar está intacta; por lo tanto, la única forma de mantener la estabilidad es con una oferta apropiada de dólares.
Una posibilidad es que Estados Unidos renueve sanciones pero sin afectar la licencia que permite que empresas como Chevron, Repsol y Maurel & Prom operen en Venezuela, ayudando a recuperar la alicaída producción de petróleo.
En este escenario, Jesús Palacios considera que la administración de Nicolás Maduro podría mantener la estabilidad cambiaria durante lo que resta de año.
Por lo pronto esta semana Nicolás Maduro anunció la Misión Igualdad y Justicia Social que contempla repartir seis millones de pares de zapatos en todas las comunidades, ropa y “la distribución de un millón de colchones para la cama del pueblo”.
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