Maduro afirma que la producción aumentó a un millón de barriles diarios y le dice a Washington que su continuidad es garantía de un suministro estable. Juan Szabo considera irreal la cifra. El país necesita cambios para recuperar al sector.
Víctor Salmerón
PDVSA
A comienzos de esta semana un exultante Nicolás Maduro afirmó que la producción de petróleo está aumentando a paso firme: “Estamos en un millón de barriles y vamos para tres” y aseguró que el incremento se logró “con trabajo propio, con tecnología propia”.
No obstante las cifras independientes apuntan a que la producción continúa por debajo del millón de barriles y expertos consideran que sin cambios en el entorno político y de negocios difícilmente el país recuperará su lugar como proveedor de petróleo.
La falta de inversión, la corrupción rampante y el despido de personal calificado creó un ciclón destructivo que se agravó por las sanciones de Estados Unidos y socavó las bases de la industria petrolera, la principal fuente de dólares del país.
En 1999, al llegar el chavismo al poder, Venezuela extraía diariamente 3,1 millones de barriles de petróleo y al cierre de mayo de este año, de acuerdo a las fuentes secundarias que utiliza la OPEP, solo 822 mil, un declive que sitúa la producción en niveles de 1945.
Las cifras que el gobierno entregó a la OPEP afirman que en mayo la producción fue de 910 mil barriles diarios, pero analistas le dan un peso importante al reporte basado en las fuentes secundarias como S&P Global, Rystad y Energy Intelligence.
Un aspecto importante en las promesas del gobierno es que Pedro Tellechea, presidente de Pdvsa, la empresa petrolera del Estado, aseguró que este año la producción alcanzará 1,2 millones de barriles diarios.
OPEP
Los taladros
Juan Szabo, consultor y asesor de empresas petroleras, desestima la meta de Tellechea: “En la historia de Venezuela, tomando en cuenta el esplendor de 1960-1970 y la apertura de los noventa, en los años que más aumentó la producción lo hizo entre 250-260 mil barriles diarios y había ochenta o cien taladros perforando”.
Agrega que “de acuerdo con Baker Hughes solo hay tres taladros de perforación activos en este momento, entonces no puedes pretender que vas a agregar 300 mil barriles diarios a la producción como dice el gobierno”.
Explica que en la industria petrolera se utilizan taladros de perforación y de reparación que permiten recuperar la declinación de los pozos, mas no elevar la producción: “Es como subir por una escalera mecánica que baja, tienes que correr más rápido si quieres subir”, dice Juan Szabo.
“Algunos voceros mezclan los taladros de perforación con los 35 de reparación y algunos que solo se utilizan para colocar nuevas cabillas, pero este tipo de taladros no tiene nada que ver con aumento de la producción”, explica.
“No hay forma de llegar al millón de barriles diarios este año a menos que hagan cosas como en 2022 cuando anunciaron que puntualmente habían alcanzado un millón de barriles, pero un porcentaje enorme era agua”.
Tomando en cuenta la actividad de empresas extranjeras como Chevron, Repsol y Maurel & Prom, que han impulsado lentamente la producción en lo que va de año y el entorno de negocios actual, Juan Szabo considera que en 2024 la producción cerrará en torno a 850 mil barriles diarios, en 2025 alcanzará 935 mil y será en 2026 cuando llegue a un millón.
En estas proyecciones incide que la empresa española Repsol comenzará a operar en los campos La Ceiba y Tomoporo que “son dos joyas de la corona en el occidente del país”, dice Juan Szabo.
Me necesitas
Tras la muerte de Hugo Chávez en 2013 Nicolás Maduro obtuvo una cerrada victoria y en 2018 se reeligió mediante elecciones cuestionadas por la Unión Europea, gobiernos de América Latina y Estados Unidos, que además aplicó sanciones que limitan las inversiones en petróleo y obligan a vender barriles a través de intermediarios.
En octubre del año pasado Estados Unidos flexibilizó las sanciones, pero ante el poco avance en las condiciones electorales de las elecciones presidenciales a celebrarse el próximo 28 de julio restituyó parte de las mismas el pasado 17 de abril.
No obstante emite licencias que permiten las operaciones en Venezuela de empresas como la estadounidense Chevron o la española Repsol.
Como parte de la campaña electoral Nicolás Maduro se ha esforzado en enviar un mensaje a Washington.
“El petróleo venezolano de calidad especial para las refinerías de Estados Unidos está aquí, vamos a producirlo juntos, vamos a exportarlo. Un barquito, sale por aquí y está llegando a los Estados Unidos en tres días, petróleo bueno, seguro con una inversión garantizada. A buen entendedor, buenas palabras”, dijo Maduro el 27 de junio.
Agregó que “nosotros garantizamos estabilidad, seguridad jurídica, paz, relaciones de ganar-ganar, producción. El que quiere estabilidad en América, búsquenos a nosotros”.
Tres días antes había advertido: “Washington, Casa Blanca, Departamento de Estado Comando Sur, Pentágono, ya no tienen el petróleo del fracking. Y con la complicación que tiene el mundo, y el mundo va a complicarse más por allá con las guerras, necesitan el petróleo de aquí”.
Nicolás Maduro en Petroboscán
Varios tableros
La mayor conflictividad en el Medio Oriente aumenta el interés porque Venezuela, con sus gigantescas reservas, incremente su producción, pero hay matices.
Si bien hay dudas sobre su permanencia en el mediano y largo plazo, el shale oil o petróleo de esquisto que se extrae a través del fracking o fracturación hidráulica no ha desaparecido.
Al contrario, gracias a su presencia la producción de Estados Unidos ha aumentado hasta 13,2 millones de barriles diarios, la mayor en la historia de cualquier país.
Esta es una de las causas que explica que a pesar de la conflictividad en el Medio Oriente el barril no se ha disparado sobre los cien dólares. Además, en el shale oil hay un proceso de consolidación en la que grandes jugadores como Exxon, Chevron y Occidental Petroleum han comprado empresas medianas, algo que fortalece al sector.
Otro elemento a considerar es que países como Guyana y Brasil han aumentado la producción de petróleo y Canadá, tras la ampliación del oleoducto Trans Mountain, podrá incrementar sus exportaciones en el corto y mediano plazo.
OPEP
Juan Szabo considera que “conceptualmente es cierto que en el mediano o largo plazo a Estados Unidos le interesaría que Venezuela esté alineada en la seguridad energética del hemisferio occidental, pero al mismo tiempo está impulsando la producción en Guyana y Canadá, por ejemplo”.
La posibilidad de un levantamiento de sanciones sin unas elecciones presidenciales que puedan ser reconocidas no luce despejada.
Oscar Hernández, embajador retirado, indica que “no pienso que Estados Unidos esté dispuesto a cambiar por completo su actitud con este gobierno por la ventaja comparativa de un suplidor de petróleo. El tema es que entienden que no pueden depender de suministros de gobiernos no confiables”.
La oportunidad
Las estadísticas del gobierno indican que los venezolanos caminan sobre un océano de 304 mil millones de barriles de petróleo, lo que convierte a Venezuela en el país con las mayores reservas oficiales del mundo.
Si bien pueden existir dudas sobre estos números lo cierto es que las reservas probadas son gigantescas y el país cuenta con campos desarrollados que permiten aumentar la producción sin grandes inversiones y en tiempos relativamente cortos porque ya tiene la infraestructura para extraer el petróleo y transportarlo.
En cuanto a costos de producción y el punto de equilibrio de nuevas inversiones Venezuela está en desventaja respecto a los mejores yacimientos del Medio Oriente, pero es competitiva respecto a Estados Unidos, Canadá, Europa, África y el resto de los países de Latinoamérica.
Expertos consideran que el país necesita atraer inversiones del sector privado por el orden de cien mil millones de dólares para elevar la producción hasta tres millones de barriles diarios en ocho años, algo que no luce sencillo.
Francisco Monaldi, director del Programa Latinoamericano de Energía del Instituto Baker afirma junto a Luisa Palacios y Cristopher de Luca, en el trabajo La industria petrolera de América Latina en la transición energética: un cambio de paradigma que Venezuela enfrenta retos importantes.
“La restricción de Venezuela no vendrá dada por su dotación de recursos ni, en los escenarios más graduales, por la caída de la demanda global de petróleo, sino por sus políticas e instituciones”, dice el trabajo.
Los cambios
Venezuela es poco competitiva cuando se analiza las condiciones para la inversión privada. Una disposición garantiza que el Estado perciba siempre al menos 50% de los ingresos totales obtenidos de los proyectos por la producción de crudo.
También el gobierno establece un impuesto a las ganancias “exorbitantes” que aplica cuando sube el precio del barril y si al mismo tiempo suben los costos, el impacto sobre la caja de las empresas es considerable.
En el estudio elaborado para el Banco Interamericano de Desarrollo, Análisis del Marco Fiscal Petrolero de Venezuela, James Smith concluye que “el régimen fiscal existente en Venezuela desalienta severamente la inversión en exploración, desarrollo y operaciones de recobro mejorado”.
De acuerdo a la ley venezolana las compañías internacionales solo pueden participar en la industria petrolera como accionistas minoritarios en empresas mixtas, asociándose con la alicaída Pdvsa.
El gobierno le ha otorgado a Chevron, Repsol y Maurel & Prom contratos paralelos de asistencia técnica que buscan crear las condiciones que necesitan los inversionistas privados, pero se trata de algo muy limitado.
“Si no hubiera restricciones político-institucionales, Venezuela tendría la oportunidad más significativa de incrementar su producción en la región, solo siendo superada en producción total por Brasil; pero los riesgos político-institucionales pueden evitar que se recupere su producción”, dice el trabajo elaborado por Palacios, de Luca y Monaldi.
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